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En el marco de la conmemoración del 45 Aniversario de la Masacre en la Embajada de España, ocurrida el 31 de enero de 1980, la Comisión Presidencial por la Paz y los Derechos Humanos – COPADEH – organizó un “Diálogo Intergeneracional sobre violencia estatal, crímenes de lesa humanidad y su proyección actual en Guatemala” el que se desarrolló en las instalaciones de la Biblioteca Nacional, la tarde del 29 de enero.

Domingo Hernández, uno de los fundadores del Comité de Unidad Campesina – CUC – y actualmente coordinador de la Asociación Maya Uk’ux B’e, se refirió al contexto en que se ocupó pacíficamente la Embajada de España por parte de indígenas campesinos, acompañados por obreros, pobladores, estudiantes y cristianos. Abordó las causas estructurales que motivan las luchas de los pueblos. Habló sobre “el proyecto racista del poder” que ha despojado a los pueblos de sus tierras y les ha negado la participación. Señaló que “el gran obstáculo para que tengamos derechos es el Estado” y es lo que hay que cambiar.

Se refirió a cómo, pese a la contrarrevolución de 1954, la resistencia y lucha de los pueblos continuó, desarrollando la organización en ligas campesinas, cooperativas, partidos políticos que para su tiempo jugaron una función progresista y distintas organizaciones sociales, que hicieron frente a las dictaduras militares. La respuesta ha sido la represión.

En lo que se refiere a la ocupación pacífica de la Embajada explicó que existía ya una fuerte represión en el norte del Quiché por parte del Estado y no se atendían las demandas de los indígenas campesinos, por lo que, para hacerse escuchar, decidieron esta acción. Sin embargo, nadie iba con la idea de morir. Pero para que se reconozcan derechos, en este caso, para hacerse escuchar, hay que luchar. 

La masacre fue algo muy duro, pero la respuesta fue el crecimiento de las luchas y lo que había sido la consigna inicial de “EJÉRCITO ASESINO, FUERA DEL QUICHÉ”, se convirtió en “EJÉRCITO ASESINO, FUERA DEL PODER”. El ejército ya no tiene el poder que tenía antes y las luchas siguen presentes.

Por su parte, Nahomy Valdez, quien ha sido activista dentro del movimiento estudiantil de la Universidad de San Carlos – USAC -, se refirió a la continuidad de la represión y específicamente contra el movimiento estudiantil. “Ahora ya no están matando a los estudiantes, pero los persiguen y criminalizan. Hay presos políticos y exiliados.” Quienes controlan el poder, continúan con el propósito de silenciar a quienes levantan la voz por la justicia y una educación distinta.  Ha habido graves retrocesos en la Universidad y, peor aún, con una Rectoría usurpada por corruptos.”  Sin embargo, reivindicó a la lucha de las y los estudiantes y a la USAC como un sitio de memoria y de lucha actual. 

Ada Melgar, quien trabajó varios años en el Archivo Histórico de la Policía Nacional – AHPN – se refirió al valor que tienen los archivos como una fuente de información primaria, que permiten hacer investigación social y conocer la verdad. 

Para el caso concreto de la Masacre de la Embajada de España, fue posible hacer un peritaje con documentos que se encuentran en el AHPN que permitieron comprobar la responsabilidad del estado en el crimen, estableciéndose la línea de mando, lo cual dio sustento a la sentencia que se dio a conocer el 19 de enero de 2015 en la que se condenó a Pedro García Arredondo a 90 años de prisión por su responsabilidad en los hechos.  Otros responsables, como el General Romeo Lucas García quien entonces fungía como presidente de la república y German Chupina Barahona, entonces Director de la Policía Nacional, ya fallecieron, y Donaldo Álvarez Ruiz, entonces Ministro de Gobernación, se encuentra prófugo.

Jovita Tzul, abogada Maya que ha acompañado varios casos de masacres, violaciones a mujeres como parte de la contrainsurgencia del Estado, desapariciones forzadas y otros que se ha logrado llevar a juicio, señaló lo difícil de estos procesos de justicia transicional.  Destacó que cuando se ha logrado condenas es décadas después de ocurridos los hechos y que esto ha sido posible sólo por la persistencia y tenacidad de las familias querellantes. “Es su lucha la que ha abierto pequeñas ventanas para que haya justicia, porque no se puede decir que se han abierto las puertas.”

Continuó diciendo que la justicia transicional puede ser un elemento sanador, de liberación y un mecanismo de no repetición.  Sin embargo, no es sencillo pues, aunque se logren sentencias, luego viene el reto de su implementación. “Además, con la regresión que estamos teniendo en el Sistema de Justicia, en la práctica hay una gran contradicción: por un lado el Estado asume su responsabilidad y pide disculpas a las víctimas y por otro se premia a los victimarios, con reconocimientos.”

Hubo varias intervenciones de parte del público, planteando preguntas y señalando desafíos.  Entre ellos, se habló de la importancia de la educación para promover la memoria histórica que apunte a su no repetición. Sin embargo, otra opinión fue en el sentido de que hay muchas lecciones que extraer, pero pareciera que no hemos aprendido.

Una de las intervenciones fue claramente para señalar que mucha de la criminalización que ahora se hace contra líderes y lideresas indígenas defensoras de los derechos de los pueblos, defensoras del territorio, de los derechos humanos, periodistas, estudiantes, abogados y todos quienes están por la justicia es porque todavía sigue la misma señora al frente del Ministerio Público. Demandó al presidente que sea enérgico y asuma con valor y dignidad lo que ofreció cuando aún no era presidente.

Alguien más dijo: “Necesitamos sanar, porque somos un país enfermo de odio y de violencia.” Pero eso solo es posible con justicia y reparación.

Carlos Amezquita, Director en funciones de la COPADEH, explicó lo que desde esa entidad del gobierno están haciendo en relación a la preservación de archivos históricos, juicios, investigación de la memoria, formación y educación; asimismo, sobre cómo retomar los Acuerdos de Paz.

Finalmente, una persona del público dijo que estábamos reunidos por la Masacre en la Embajada, se ha hablado de los hechos y de los procesos que se desencadenan, pero no se ha rendido el debido homenaje a quienes ofrendaron sus vidas, por lo que solicitó un minuto de aplausos por ellas y ellos. Con la ovación a nuestros héroes y heroínas, concluyó este diálogo.

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